Por Arzobispo Gregory M. Aymond
Clarion Herald – 5/20/17
Tuvo el difícil deber de celebrar la Misa fúnebre la semana pasada para el Padre John Arnone, que murió a la edad de 49 años. ¿Cuáles fueron sus sentimientos?
Me entristeció perder tal sacerdote joven y dedicado. Sentí pena. Ciertamente, agradecemos a Dios, por el don que el Padre Juan fue para nosotros y para la Iglesia durante sus 17 años como sacerdote.
Muchos de nosotros, especialmente sus maravillosos padres y familiares, estamos sufriendo por su pérdida a tan temprana edad. Me fue fácil decir a todos los que asistieron a la Misa fúnebre: “Sigan el ejemplo del Padre John Arnone”, porque ciertamente, él siguió el ejemplo de Cristo, que era el Buen Pastor.
El Padre John sirvió en el ministerio parroquial, y cuando le pedí que sirviera en la facultad del Seminario Notre Dame el año pasado, él se preguntó si yo le estaría pidiendo esto a la persona adecuada. Yo le aseguré que, su experiencia pastoral, su corazón compasivo y su amor por el pueblo de Dios, lo han más que capacitado para servir en la facultad del seminario, especialmente en el área de la formación pastoral. Como lo mencioné en la homilía del funeral, salimos con tantas preguntas. Era muy joven. Era un sacerdote tan dedicado. ¿Por qué él? ¿Porqué ahora? Esos tipos de preguntas no son respondidas en esta vida. Lo que sí sabemos, es que Dios es fiel.
Los caminos de Dios no son nuestros caminos. Uno de los misterios de la vida que recordamos en este momento es que, algunas personas pueden hacer más para Dios a través de su muerte, que permanecer trabajando en la tierra.
Usted mencionó a Santa Teresa de Lisieux, en su homilía.
Cuando John murió, pensé en la cita de Santa Teresita: “Pasaré en mi cielo, haciendo el bien en la tierra”.
Sí, hemos perdido a un sacerdote valorado. Mi propia historia con John, se remonta desde cuando era estudiante en el St. Joseph Seminary College. Yo era rector, cuando entró en el Seminario Notre Dame.
Recuerdo vívidamente sus años allí, y su ordenación sacerdotal en 1999. Doy gracias a Dios por él, por su ministerio y por el ejemplo que ha sido para tanta gente. Estaba muy comprometido con la construcción de una fraternidad de sacerdotes. Se me hace fácil decirle a un joven, que siga el ejemplo del padre Arnone.
Usted tiene muchos hombres que están estudiando para el sacerdocio, y usted ordenará a cuatro hombres este sábado (20 de mayo) al diaconado de transición para la arquidiócesis.
Tenemos la bendición de que este fin de semana, tuve el privilegio de ordenar a cuatro hombres, como diáconos de transición, y el 3 de junio, ordenaré a cinco hombres como sacerdotes para la archidiócesis.
Somos bendecidos en la Arquidiócesis de Nueva Orleáns, porque en la actualidad, tenemos a 43 hombres que están discerniendo en el seminario.
Los conozco personalmente, y he tenido la oportunidad de participar en sus evaluaciones del seminario. Son hombres de fe e integridad. Tienen un gran amor por Cristo y por el ministerio de la Iglesia.
Es interesante saber que, nuestros dos seminarios – St. Joseph Seminary College, y Notre Dame Seminary – tienen más de 130 estudiantes. Representan a muchas diócesis en Luisina, y la costa del golfo y más allá.
Con todo lo dicho, la pregunta sigue siendo: ¿A quién más en nuestra Iglesia local, Dios está llamando al sacerdocio, al diaconado y a la vida religiosa o como hermana o hermano?
Todos debemos orar por las vocaciones. Para un joven de hoy, cuando perciba por primera vez el llamado de Dios, puede que sea muy inquietante, y puede que sea muy difícil decir sí debido a la presión de los compañeros y, a veces, la falta de apoyo de los padres, familiares y amigos.
Sin embargo, nuestras oraciones les ayudan a escuchar al Señor Jesús decir: “Ven, sígueme, y no tengas miedo”.
No sólo debemos orar por vocaciones, sino que también los invito y los desafío, a que cuando veamos a un joven a quien admiramos por su fe, por qué no simplemente preguntarles: “¿Has pensado en el sacerdocio o en la vida religiosa?”
Al hablar con nuestros seminaristas y futuros seminaristas, cada uno de ellos tiene una historia, sobre alguien que les preguntó, si han pensado en el sacerdocio. No hay duda de que Dios usa estas preguntas para mover nuestros corazones y tal vez, para despertar una vocación – al llamado que Dios ha plantado.
La semana pasada, también celebró el día anual de la vocación, “Llamando a Todos los Estudiantes de Quinto Grado”, donde usted discute esta misma cosa.
Es una gran oportunidad al reunirnos con la Iglesia muy joven y ayudarles a crecer en la comprensión del significado de una vocación, y por lo menos, pensar si Dios les puede haber dado los dones para responder con un sí.
Por favor únase a mí en la oración por las vocaciones y en el fomento de las vocaciones. También, puedo sugerir que, es útil para el pueblo de Dios expresar sincera, y cordial gratitud a un sacerdote, por responder a la llamada de Dios, y por servir en su parroquia o ministerio especializado.
Preguntas para el Arzobispo Aymond pueden enviarse a: [email protected].